miércoles, 22 de julio de 2009

¿Dónde está mi "Sexo"?

¿Puede el amor acabar con la lujuria? O mejor, cambio la pregunta ¿Puede el deseo de enamorarse acabar con la lujuria? Recientemente agregé un post sobre Madrid y lo difícil que es encontrar sexo en esta ciudad, sigo mantenieno esa impresión. Pero ¿No será que lo hacemos aún más difícil de lo que es?

Cristo Rodríguez

Actualmente me siento como un hombre al cual le han robado su líbido, deseo sexual, parte lujuriosa o como cada uno quiera llamarlo. Lo peor de todo ello, es que creo que soy yo mismo el que ha acabado con ella. Resumiendo, quiero un novio, y por ello, no quiero acostarme con cualquiera. Porque de empezar así estaría, de nuevo, en el mismo punto en que lo dejé hace unos meses. Queriendo un novio y siéndome imposible conseguirlo por no hacerlo por los cauces correctos. Y este deseo de “hacer las cosas bien” me ha ido llevando a que mi apetito sexual decrezca hasta límites infinitesimales, por lo menos para ser yo.

A mediados de la semana pasada cené con un chico que se muere por mis huesos, o mejor dicho por otra cosa mía que no son mis huesos. Pues bien, lo invité a cenar, llegó a mi casa, le abrí la puerta ataviado (solamente) con un pequeño pantalón y después del saludo... A cocinar. Pero vamos, cocinar literalmente. Tras engullir rápidamente, lo llevé hasta mi cuarto para ver un capítulo de Gossip Girl, que como en la serie hay algo de sexo y lujuria esperaba que la cosa se animase... Pero no, de hecho la cosa fue tan sosa que durante un tiempo pensé que el chico, digamos “R” estaba dormido. Una vez terminó la serie comenzaron los estiramientos, lenguaje corporal que indica “qué cansado estoy ¿Qué hacemos?”, un tipo de lenguaje que “R” no debe entender bien porque sin mediar muchas palabras se despidió y se marchó de casa. Aunque no sin antes asestarme un morreo que acabó por despertarme algo más que la líbido. Mi “amiga” se despertó y yo tuve que escorder la mitad de mi cuerpo tras la puerta, para que “R” no se diese cuenta de mi cambio corporal. De esta forma tan recatada me despedí de él.

Buscando motivos
Al cerrar la puerta me pregunté: ¡¿Por qué coño no te lo has follado?! Así, tal cual, con exclamaciones y todo. Al no encontrar respuesta alguna me fui a la cama, a preparar a mi cuerpo para una dura jornada de trabajo.


Han pasado unos días y, por casualidad, la respuesta vino a mí de forma reveladora. ¡Yo busco un novio! (Con tan poca vida sentimental casi se me había olvidado). Y como estoy seguro de que esto puede no ser una respuesta, debo explicar cómo razona mi cabeza y de esta forma responder a la pregunta que abría este artículo.


Yo busco novio, con lo cual no puedo ir por ahí acostándome con cualquiera. Quiero decir, si un tío me gusta, es simpático, me hace reír e intenta acostarse conmigo, yo me dejo, puesto que así seré el cortejado y no estaré traicionando a mi deseo de buscar novio, sólo fue “una oportunidad de pasar un rato agradable con un chico agradable”. Pero si soy yo el que incita e insinúa al otro que nos acostemos, ahí sí que estaré fallándome a mí mismo, porque estaré “follándome” mi idea de que no debo comenzar así una relación (pues no suelen funcionar), pero si otro lo hace, deja de recaer la responsabilidad en mí... Algo infantil, pero así es el amor.

Y esto me lleva a la conclusión de que SÍ. El amor, o el deseo de él, puede acabar con el apetito sexual. Triste pero cierto...


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